A raíz del fallo de la corte suprema de justicia que aplicó el 2×1 a Luis Muiña, condenado por crímenes de lesa humanidad en el Hospital Posadas, la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad analizó la situación y concluyó que más de la mitad de los condenados sentenciados están en condiciones de pedir el beneficio del 2×1 y quedar libres.
Alfredo Ignacio Astiz, “el ángel de la muerte“, es uno de ellos. Está implicado en dos causas internacionales: uno por el asesinato de Dagmar Hagelin y otro por el secuestro de las monjas francesas. Secuestró, torturó y asesinó, pero eso es lo único que le enseñaron a hacer y lo único para lo que fue bueno.
Nació en Mar del Plata, un 8 de noviembre de 1950, tiene 66 años. Una edad que se acerca a la que tenía una de las monjas francesas cuando fue secuestrada, torturada y asesinada en uno de los vuelos de la muerte. Todo planificado y comandado por él.
“Gustavo Niño” fue el nombre ficticio que utilizó para infiltrarse en la Iglesia de la Santa Cruz, lugar donde se reunían las madres y familiares de desaparecidos en aquel momento. Él se hizo pasar por un hermano de desaparecido. Su nombre ficticio llegó a aparecer en una lista de una solicitada del diario La Nación reclamando la libertad de sus familiares.
Entre el 8 y 10 de diciembre de 1977 se llevaron, en total a 12 personas. Fueron 12 nombres que él indicó luego de pasar 6 meses como infiltrado. Fueron 12 personas que él condenó a muerte.
Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Ponce, las tres madres fundadoras de la naciente organización “Madres de Plaza de Mayo”.
Alice Domon y Léonie Duquet, las dos monjas francesas.
Ángela Auad, Remo Berardo, Horacio Elbert, José Julio Fondevilla, Eduardo Gabriel Horane, Raquel Bulit y Patricia Oviedo, activistas por los derechos humanos.
El destino fue la ESMA, en el altillo escondido del casino de oficiales llamado “capuchita” se encuentra una prueba judicial. Son cinco números tallados en la capa de pintura que estaba cuando era un centro clandestino. Cinco números. Sólo le falta uno para ser el del teléfono del convento de la Iglesia de la Santa Cruz.

Los testimonios de los sobrevivientes que estuvieron en la ESMA indican que las mantuvieron poco tiempo en el centro clandestino.
El 20 de diciembre de 1977 comenzaron a aparecer cuerpos con las manos y piernas atadas, algunos con capuchas. Los vecinos pensaron que se trataba de un naufragio. Los enterraron como NN, o en una fosa común. Guardaron silencio.
En agosto de 2005 el Equipo Argentino de Antropología Forense analizó los NN que se encontraban en el Cementerio de General Lavalle.
99,92 por ciento fue la compatibilidad de uno de los restos con los familiares de Léonie Duquet.
“Fracturas múltiples a nivel de miembros superiores e inferiores y cráneo, compatibles con la caída desde altura contra una superficie dura que podría ser el mar”, dictó el informe del Equipo Argentino de Antropología Forense.
Astiz es rubio y tiene ojos celestes, por eso las madres lo apodaban “rubito” cuando era jóven, por eso parecía un ángel. Aunque estaba muy lejos de serlo.
“—Usted los secuestraba y torturaba.
-Yo nunca torturé. No me correspondía ¿Si hubiera torturado si me hubieran mandado? Sí, claro que sí. Yo digo que a mi la Armada me enseñó a destruir. No me enseñaron a construir, me enseñaron a destruir. Sé poner minas y bombas, sé infiltrarme, sé desarmar una organización, sé matar- Todo eso lo sé hacer bien. Yo digo siempre: soy bruto, pero tuve un solo acto de lucidez en mi vida, que fue meterme en la Armada.”
Alfredo Astiz en una entrevista con Gabriela Cerruti (1998).
Fuentes utilizadas:
https://www.pagina12.com.ar/35762-via-libre-para-la-patota-de-la-esma
https://www.clarin.com/ediciones-anteriores/identifican-restos-monjas-francesas_0_H1wZfAwyAFx.html
http://www.fernandopeirone.com.ar/Lote/nro068/Astiz.htm
Entrevista completa con Gabriela Cerruti: